lunes, 27 de agosto de 2012

CONCURSO DE CUENTOS


Concurso de Cuentos "La Tierra, Planeta Activo". Edición 2012

Destinado a niños. Jóvenes y adultos
Con la idea de dar un impulso a la difusión de la Geofísica, se pensó en un concurso de cuentos de temas relacionados a esta disciplina, que enriquezca el interés sobre nuestro planeta y motive la imaginación de los niños, así como la de jóvenes y adultos, abriéndoles la posibilidad de preguntarse y preguntar sobre los fenómenos físicos presentes en nuestro planeta.
Organizado por la Secretaria de Difusión de dicha Facultad, está dirigido a jóvenes y adultos residentes en la República Argentina.
Los interesados deberán redactar un cuento temático vinculado con las Ciencias de la Tierra, es decir, relacionado con nuestro planeta y sus fenómenos físicos. Algunos ejemplos de las temáticas que engloban las Ciencias de la Tierra son: el agua, los recursos minerales, los terremotos, los tsunamis, los volcanes, la atmósfera, los fenómenos meteorológicos (huracanes, tornados, tormentas, el fenómeno de El Niño, la capa de ozono, etc.), las placas tectónicas, el  interior de la Tierra (corteza, manto y núcleo), el magnetismo y la fuerza de gravedad, entre otros.
Categorías:
• CENOZOICA: jóvenes entre 9 (nueve) y 12 (doce) años.
• MESOZOICA: jóvenes entre 13 (trece) y 16 (dieciseis) años.
• PALEOZOICA: adultos desde 17 (diecisiete) años en adelante.
Inscripción
El período de inscripción y de recepción de los cuentos comienza el día lunes 3 de septiembre y finaliza el día viernes 5 de octubre del año 2012.
La ficha de inscripción y las Bases y condiciones pueden descargarse en:

miércoles, 20 de junio de 2012

Ritmos circadianos: el reloj interno del organismo



Fuente Fabainforma
Las funciones biológicas fisiológicas, bioquímicas y comportamentales son periódicas con un tiempo cercano a las 24 horas. No respetar las horas de sueño alteraría la secreción de hormonas que regulan el metabolismo

 Dr. Diego Golomkek, Director del Laboratorio de Cronobiología de la Universidad Nacional de Quilmes
Por Ana M. Pertierra
La variación periódica de los fenómenos biológicos en la salud y la enfermedad ha sido un tema de gran interés que ya preocupaba a los médicos en la antigüedad. Sin embargo, recién hace unos escasos 50 años se considera el nacimiento oficial de una disciplina nueva llamada cronobiología que se ha expandido ampliamente y a la que se dedican un sinnúmero de investigaciones. Como la etimología de su nombre indica, esta ciencia joven estudia la relación del tiempo con los procesos biológicos en forma de ritmos o variaciones regulares de las funciones biológicas en el curso del tiempo. Dentro de estos ritmos, los denominados circadianos es decir aquellos que tienen una frecuencia diaria entre 20 y 28 horas, son los más estudiados en cronobiología. Se ha demostrado que la persistencia de los ritmos biológicos en condiciones ambientales constantes indica la presencia de un reloj interno o marcapasos que controla la periodicidad de ciertas variables.
Se sabe que el reloj biológico está formado por un grupo de neuronas localizadas en la base del cerebro agrupadas formando los llamados núcleos supraquiasmáticos del hipotálamo. Experiencias con animales han demostrado que la sincronización de ese reloj está íntimamente relacionada con la luz y que los cambios que genera la luz dependen de la actividad de una serie de enzimas. Las estructuras cerebrales que reciben información de las señales del exterior del organismo o de otras zonas del sistema nervioso están en íntima relación con otros sistemas como los ejes hipotálamo-hipofisario-suprarrenal, cardiovascular, inmunitario, hematopoyético, de coagulación, ciclo celular, entre otros. Todos ellos se sincronizan a través de sustancias intermediarias como son las hormonas, neurotransmisores, receptores de melatonina, entre otros.
Uno de los aspectos más estudiados es el rol del sueño con las variables metabólicas. 
FABAINFORMA dialogó con el doctor Diego Golombek, director del Laboratorio de Cronobiología de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ).
• Se sabe reloj biológico es un mecanismo cerebral que pone en sintonía nuestras funciones vitales y que no existen patrones universales de horas de sueño y vigilia ¿Cómo puede afectarse el metabolismo cuando se trasgreden los horarios de sueño y vigilia dictados desde el cerebro?
Nuestro cuerpo posee un mecanismo de relojería que optimiza el horario de las diversas funciones fisiológicas, incluyendo tanto el sueño como las funciones metabólicas. Como animales diurnos estamos preparados para una cierta cantidad de horas de sueño que deben ocurrir en una fase determinada del día: muchas otras variables se ajustan por este patrón de sueño-vigilia, y al modificarlo, tanto en cantidad de horas como en el momento del sueño se afecta la sincronía interna en general.
Asimismo, un cambio significativo en el sueño, en particular en la cantidad de horas, no sólo promueve un aumento de la somnolencia diurna, sino que genera una deuda de sueño que afecta el rendimiento físico y cognitivo, así como la fisiología general del individuo.

• En el caso particular de las hormonas que regulan el apetito ¿ de qué modo puede producirse un desajuste de esta regulación hormonal que incida en el índice de masa corporal cuando se está dando una tendencia cultural a reducir las horas de sueño?
Las señales temporales para la secreción hormonal son, a grandes rasgos, de dos tipos. Por un lado, el reloj biológico (localizado en los núcleos supraquiasmáticos del hipotálamo) genera una señal endógena que “pone en hora” la mayoría de las variables corporales. Pero además el mismo ciclo de sueño y vigilia se asocia en sus distintas fases a la secreción de hormonas específicas, como la hormona de crecimiento o la melatonina durante la noche, o el cortisol en la madrugada.
Dos de las hormonas directamente ligadas a la regulación del apetito, leptina y ghrelina, se asocian a las fases de sueño: el no dormir o dormir “mal” afecta significativamente su secreción. Estas hormonas controlan de manera conjunta el apetito.
La leptina, por ejemplo, es producida en células musculares y adiposas del cuerpo y actúa sobre el hipotálamo, en donde inhibe el apetito. Sus niveles son mínimos hacia el mediodía y máximos hacia la medianoche, y se afectan significativamente por cambiar los horarios de alimentación o del ciclo de sueño. La ghrelina, producida en el tracto gastrointestinal, estimula el apetito y tiene un pico durante el día.
Al no dormir lo suficiente los niveles de leptina disminuyen y los de ghrelina aumentan, por lo que al día siguiente seguramente se note un cambio importante en la ingesta; si este fenómeno se vuelve crónico, entonces habrá un riesgo de obesidad.

• ¿En qué grupos etarios esta situación tendría mayores efectos?
En todos los grupos etarios una deficiencia crónica de sueño es grave. Sin embargo, dado que la necesidad de horas de sueño disminuye en la vida adulta y en la ancianidad, podría pensarse que el riesgo es mayor en niños y adolescentes que necesitan más horas de sueño y, en el caso de los adolescentes, dado que su reloj indica un retraso de fase, necesitan que todo ocurra más tarde.

• En un artículo español recientemente publicado se señala que un aumento en el número de horas de sueño se acompaña de una menor acumulación de grasa corporal y que los niños que más duermen durante sus primeros 11 años de vida tienen un menor riesgo de ser obesos en la edad adulta. ¿Podría explicarse el tan preocupante aumento de la obesidad también por esta causa?
La obesidad es un tema complejo que implica causas culturales, fisiológicas y genéticas. No cabe duda de que la disminución global en horas de sueño que sufre la población en general afecta su metabolismo, y podría ser una variable adicional para poder explicar el aumento en los niveles de obesidad.
• ¿Cuáles serían los patrones de sueño saludables según la edad? 
En principio hay grandes variaciones interindividuales en cuanto a la necesidad de sueño en las personas. Sin embargo, se pueden hacer algunas generalizaciones. En estudios de laboratorio, cuando se le daba a la gente adulta la oportunidad de dormir libremente, el promedio superaba un poco a las 8 horas por noche, aunque tal vez la noción de las 8 horas provenga de la antigüedad, cuando se propuso dividir el día en tercios: un tercio para trabajo, otro para ocio, otro para el sueño.
Los recién nacidos requieren de 12 a 18 horas de sueño diario, que se reducen a unas 14 hacia el primer año de vida. Los niños de hasta 10 años pueden requerir un máximo de 10-11 horas de sueño, mientras que en los adolescentes es importante destinar unas 9 horas al sueño nocturno recordando que éste suele ocurrir más tarde que en otras edades. Los adultos, en general, requieren de 7 a 9 horas de sueño por día.